martes, 29 de enero de 2008

Besos en el espejo


Beatriz abre los ojos 10 minutos antes que su despertador. Su reloj corporal es eficiente. La noche pesa demasiado en sus ojos opacos, de largas pestañas. No usa crema desmaquilladora, tampoco bragas. Duerme desnuda. No se depila. Así abrevia el ritual de las mañanas. Coge rápido su taza de café. Lee sólo el cuerpo de Economía y Negocios de "El Mercurio". Escucha a Neil Diamond. Maquilla levemente sus labios y los ojos, besa el espejo. Coge luego un traje sobrio y oscuro y un maletín. Corre hacia el metro. En el tren subterráneo termina de leer los índices, limpia sus grandes gafas, se las pone, tararea "September Morn" en su Ipod, corre nuevamente hacia la oficina. Pide café cargado sin azúcar, deja su traje perfectamente doblado. Se sumerge en los números, los plazos, las variables, las cuentas, la bolsa, las transacciones... y entre tantas cifras emerge el recuerdo de la noche anterior, su pequeño secreto. Sonríe traviesamente, pero no se permite distracciones. La música de hoy es Neil... piensa en su aspecto, su voz rasposa y gruesa, su pelo. ¿Cómo podría hacerlo? ¿Cómo lograrlo? Basta! no hay tiempo para confusiones. Vuelve a los cálculos, a su secretaria, a las llamadas telefónicas, al exiguo almuerzo de ensaladas, a su Coca Zero, a los bocinazos que se confunden con el sonido de las teclas en su Mac. Tanto trabajo la agobia. El reloj marca las siete y lentamente las luces artificiales se esfuman al fondo de la oficina. Ya es de noche, el silencio se traga los últimos ruidos. Apaga el computador. Corre hacia el metro. Va por corbatas y camisas al Drugstore. Serán un buen regalo para su sueño. Neil Diamond sigue sonando. Ya aprendió la canción. Sobre la cama la canta perfecto. Anuda una corbata azul marino. Ordena los excesos de camisa bajo el pantalón. Oculta su frondosa cabellera bajo una peluca recortada. Logra su caminar rudo frente al televisor. Es otro. Besa el espejo. Lo pasan a buscar y llega temprano al "Drag Kings". Saluda a dos chicas pero no se detiene en conversaciones. Lo espera su otra oficina, la de "Brad". Él piensa, entonces, en la llamada telefónica que no hizo, en la vista de la cordillera desde su oficina, la empresa... pero no hay tiempo: el presentador lo anuncia y los vítores lo invitan. Mientras corrige una patilla, mira al espejo y lo besa, como todas las noches, como todos los días.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

media extraña la historia... pero veo como existe la doble vida y el ritual del beso en el espejo k dia a dia hace ante de salir...
su doble oficina.. su doble vida...
su ritual del dia entre papeles y su café sin azúcar.....

al final no vi si cntaba. presnetaba o hacía algo.... pero al parecer disfruta su doble vida.......

bonito texto.. como siempre redactas muy bien.......

Eduardo!™ dijo...

Hay muchos que se les hace dificil llevar una doble vida, otros en cambio lo disfrutan y lo gozan, como es el caso preciso que emana de tu historia.
La llevaste a cabo de forma notable, desde que abre sus ojos para comezar su rutina, pasando por el cafe, su oficina, sus papeles, sus recuerdos que rápidamente debe dejar de lado, y luego su doble vida con una nueva empresa.
Buen relato, como es de costumbre.
Saludos!

Violeta z dijo...

Esas rutinas extrañas y aceleradas que se amoldan aún para albergar fantasías y sueños. Me confundió un poco el final, era impredecible :)
Besos
MZ

LoOla dijo...

Cada uno tiene sus manías. Bonita descripción, muy amena.

Saludos!

Tristancio dijo...

Hombres que son mujeres, a ratos...
Mujeres que quieren ser hombre, un rato, o el rato de una noche...

Extraña naturaleza la de estos seres...aunque a estas alturas del tiempo,ya resulta naturalmente extraño.

Interesante la mirada de los protagonistas que creas, esa primera persona singular que no padece, sino que vive (con toda la plenitud que puede tener la oscuridad de la noche) lo quiere sentir.

Hasta el próximo cuento.-

Udo dijo...

Entre tantos besos entregados al espejo ha de haber una mezcla de colores de lapices labiales; porque supongo que para cada día tiene un color especial.
Daría cualquier cosa por ver el cuadro de su propio retrato que ahí se está dibujando.
Sal-udo.