viernes, 15 de febrero de 2008

La mujer de la radio


Armando limpia obsesivamente el parabrisas de su taxi porque no le gustan las gotas de lluvia. Le recuerdan sus penas de amor, los tragos amargos que decidió enterrar, hace tiempo, en su memoria y en su silencio. El motivo de las recuerdos tristes se acaba cuando pasa a eso de las 12:15 por la esquina de Pedro de Valdivia y una de las callejuelas que intersectan con esa ancha avenida de plátanos orientales. Ahí se estaciona para esperar a su clienta favorita. Saldrá de un edificio setentero Rebecca del Solar con su cartera, su celular al oído y su taconeo sincronizado. Armando abrirá la puerta, irrumpirá con su olor a almizcle, Rebecca le cerrará un ojo y harán el recorrido acostumbrado. Avanzará hacia el norte, hasta la costanera, doblará luego hacia el poniente y por Antonio Bellet bajará hasta dejar a Rebecca del Solar en la puerta de la radio. Ella le pagará lo acostumbrado, le regalará una sonrisa por el retrovisor y corregirá el lápiz labial mal delineado antes de bajar. Probablemente, no imagina que Armando enrumba su automóvil nuevamente hacia el oriente, sintoniza el 93.3 y en algunos minutos la escuchará: "Bienvenidos a las noticias, les saluda Rebecca del Solar. Comencemos a revisar los titulares". Sin despegar el oído, Armando imaginará que la voz áspera de esa Rebecca que ha amado en secreto por los últimos siete años le susurra al oído. No sobre el accidente, la crisis política o la caída del dólar... tampoco sobre lo que hablan siempre: el clima, lo caro que está la leche o el programa de la televisión de anoche. Rebecca del Solar le hablará de sus sueños, de su pasado incompleto, del futuro que sueña con él, en un viaje con otros destinos. Termina el noticiario y sabe que pronto Rebecca estará ahí, con su cartera en la mano, para que la lleve a almorzar con sus amigas en Providencia. Intuye su espera y acelera. Lo mismo se repite cuando cae la tarde y, exhausta, Rebecca se devuelve a casa, con pocas palabras y muchas miradas cansadas y evasivas. Se bajará silenciosa a atender a sus hijos, y él la mirará alejarse, como un sueño inalcanzable.. la mujer de la radio. La voz que nunca podrá atrapar con su boca.

6 comentarios:

Unknown dijo...

wow wow.. una historia sentimental donde el señor del automóvil tiene a su sueño día a día aun que imposible.. jeje

Pensar que yo tengo algo parecido :P el cual este me es corresondido...
mi love........

tk rfa.

Tristancio dijo...

Aun conociendo los referentes secretos que originan tu relato, éste no deja de tener ese airecillo de historia-ficción, que pudo haber ocurrido. Y de seguro ocurre cada día, en algún corazón aficionado a los amores imposibles, porque éstos son menos peligrosos que los posibles.

¿Qué nos pasa que ni siquiera en los relatos podemos ser felices?

Bonito cuento... hermosa y desoladora frase final, digna de un amor imposible.

Abrazo.-

Eduardo!™ dijo...

Hermoso relato. Para mi sinceramente ese amor no es imposible, yo creo que muchas veces hay cosas que ocultamos y que no revelamos jamás por el temor al fracaso o a la perdida de una relación amistosa y estable. Quizás si Armando hubiera incursionado más a fondo en el amor junto a Rebecca todo hubiera sido completamente distinto, y aquellos labios que nunca podrán ser besados quizás dejen de ser transparentes y recobren pasión y vida.
Por ahora solo le queda mirarla con ojos de una mujer elegante y digna de obtener, pero imposible de guardar bajo los brazos potentes de la dulzura.
Saludos.

LoOla dijo...

No sé cómo puedes describir situaciones tan cotidianas con esa pluma tan tierna... Yo no podría, siempre me gustaron las complejidades; pero en fin, cada uno es cada uno.

Debo admirarte, transformas un simple detalle rutinario en una historia que consigue enganchar.

Mi enhorabuena.

Anónimo dijo...

de eses amores que te consumen, te vacian y al mismo tiempo te alimentan...
bonita pluma como a cada vez un dulce néctar para los ojos..
un besito con cariño Manu

Violeta z dijo...

Amo el dominio de las fantasías...