martes, 11 de marzo de 2008

El triunfo de Claudia


La vieja persiana proyectaba rayos intermitentes sobre los párpados cerrados de Gabriel. Llevaba tres semanas durmiendo incombustibles siestas y breves noches en casa de Claudia y ella, que siempre había hecho lo imposible para conversar intacta su preciada soledad, ya se estaba acostumbrando a su olor, a sus discretas risas masculinas, sus experimentos en la cocina, sus canciones de gángsters, su errática forma de caminar sin zapatos por el pasillo de la casa. De un día al otro se había quedado a dormir y parecía ser que no saldría más del espacio que ella creía tan sagrado. Hasta entonces.

Sin embargo, Claudia tenía la compulsiva necesidad de pedirle que se fuera. Lo meditaba en ese preciso instante. Gabriel dormía con un gesto de niño debajo de la ventana, mientras ella fumaba casi por inercia un cigarrillo aplastado que encontró al fondo de su cartera. Lo miraba fijamente, sin deslizar los ojos fuera de su contorno y determinaba, cada minuto que pasaba, marginarlo de su vida. No podía permitirse sufrir. Menos por un hombre que se veía tan ideal y que podía envolverla en la sinrazón de los enamorados, esos embobamientos que siempre criticó en sus amigas. Estaba decidida, pero, luego, comenzó a recordar cómo se conocieron....

Claudia Lísperguer, fiscal jefa de la ciudad, la mujer férrea que aparecía en los periódicos con sus botas de cuero y sus bufandas de fieltro de intensos colores. La misma que desafiaba a los jueces y no perdía causa alguna enfrentaba un caso complejo: la investigación de una red de narcotráfico en el Poder Judicial. Para ello, debía leer extensos expedientes hasta que la última luz del Ministerio Público estuviera encendida. Partía a su casa a eso de la 1. Y ahí, en la puerta del edificio, la esperaba con una sonrisa Gabriel Lozano, el incisivo periodista judicial de El Mercurio, al que por años había evadido. Algo en ella sentía una profunda aversión por los periodistas. Tal vez, su miedo a la sobreexposición la delataba. No lo sabía bien. Eso explicaba que los primeros días de investigación apenas lo saludara y huyera descortésmente de su ansiosa grabadora. Pero finalmente comprendió que Gabriel también trabajaba tanto y por horas tan prolongadas como ella. Un día aceptó la invitación del reportero para ir de copas y hablar sin remilgos del caso... pero al cabo de los días, los relatos sólo trataban de sus vidas, sus desilusiones, sus aprendizajes. Fue en esas largas conversaciones cuando Claudia le contó a Gabriel todo lo que había sufrido y cuánto desconfiaba del amor. Temía depender emocionalmente de otra persona, no quería volver a caer. En alguna de esas confesiones, los dolores de Claudia rápidamente afloraron en lágrimas que sólo Gabriel pudo saciar, con un intenso beso en los labios temblorosos de la fiscal. Ese contacto fue el comienzo de la historia común de ambos. Claudia le pidió que la llevara a casa y de ahí Gabriel sólo salió para ir al diario y volver con bolsas repletas de verduras, vinos y chocolates. Provisiones para refugiados de la vida, durante las tres semanas que habían transcurrido evadiendo la rutina con el frescor de minutos y la intensidad de años de conocimiento.

Cuando el sol de las seis se alejó de las persianas, Gabriel abrió los ojos y de inmediato buscó los de Claudia, opacados por una definitiva tristeza. Entre lágrimas, ella sólo le pidió que se fuera. Le explicaba que era tarde y necesitaba trabajar. El periodista trató de abrazarla, pero ella, imbuida en sus miedos, le rogó que desistiera. Mientras él se ajustaba el cinturón, Claudia miró hacia la ventana. La luna se asomaba radiante justo frente a ella. Gabriel le decía algo que no quiso escuchar. Comprendió, en ese momento, que la soledad y su capacidad de recuperarla cuando quisiera, era el mayor triunfo que había logrado sobre sí misma. Desde entonces, se prometió no volver a sufrir.

7 comentarios:

Tristancio dijo...

No sé qué es peor, si temer a sufrir o temer al amor. ¿Será que nos acostumbramos a la soledad y al vacío de no amar? ¿O será resignación disfrazada de costumbre?

Me pregunto si Claudia realmente habrá triunfado, cuando dio por terminado "el juego" apenas comenzaba...

Me huele a batalla sin enemigo enfrente, y con dos perdedores.

Sin afán de ser adicto al sufrimiento, pienso... qué si no el dolor da cuenta de lo que alguna vez sentimos.

Lo demás... vacío.

Un relato para cavilarlo, ya ves...

Abrazo.-

Thea dijo...

dificil cuestionamiento...sufrir por tener o por no tener que amar. Debo admitir que me senti identificada con esta presencia femenina,fuerte,autosuficiente y muy cobarde al momento de incluir a aguien más en ese circulo perfecto de la soledad cómoda del dejar que las cosas pasen sin salir herida. El máximo temor es querer por necesidad o querer amor verdadero..como descubrir cuáls cuál?!
Supongo que uno de los fenomenos cotemporáneos es esto de velar por el trabajo,la carrera, los éxitos profionales,sin embargo,olvidamos lo que nos hace ser humanos...llegar a casa,y sentirte amado y necesitado.no crees?
El miedo es algo casi inevitable, y el orgullo un vicio a veces hasta encantador que nos ciega al punto olvidar nuestra propia felicidad en Pro de no desconfigurar la supuesta perfección de la vida...de nuestras vidas Porque en rigor es la mirada más egoista que existe..no velamos por la felicidad de quien nos acompaña,velamos por la felicidad de nuestropequeño mundo perfecto..es horble pensar asi...pero en definitiva lo es...queda de tarea pa'la casa

Sonita dijo...

Claudia escucho a la razon, cuando su corazon le pedia a gritos que se dejara querer... decision dificil, dolorosa, aun asi valiente...
duele tanto el amor que uno le acaba temiendo..

* querido Manu, como siempre, el placer de clavarme por entre tus letras, tus historias de vida, me invade... pena que no escribas con màs frecuencia... jejeje*

besitos

Anónimo dijo...

Lei detenidamente tu relato y no pude evitar sentir cierta cercania con historias mias recientes... es duro dejar partir algo preciado por temor... pero hay momentos de la vida en que es lo mejor que se puede hacer... es inevitable sentir temor a lo desconocido e iniciar una nueva relacion de cualquier tipo es eso, desconocido... pero creo que lo importante es que cuando llegue el momento preciso hay que soltar todas las trabas y entregarse por completo... aunque se sufra... la vida esta hecha de alegrias y penas... el que evite experimentar cualquiera de estos sentimientos jamas podra encontrar la verdadera felicidad.... o no?....mau...

Anónimo dijo...

creo k esta historia me llega muy reciente y la entiendo perfectamente, espero claudia tenga 1 mejor futuro! :D en lo laboral y sentimental

Eduardo!™ dijo...

Todos alguna vez nos hemos refugiado en la soledad. Creo que en ciertos momentos es inevitable... lo complicado es cuando se transforma es una mala e insaciable costumbre. Creo que Claudia calló en este último punto. Intentó jugar con el destino, intentó arrancar de aquella soledad, pero por más que lo intentó volvió a caer en sus brazos. ¿Decisión dificil desde que punto de vista?... ¿darle el triunfo a la soledad o temor a explicarle la situación a Gabriel?

Excelente relato como es de costumbre.
Un abrazo!

ALE dijo...

¿Alguna similitud con la realidad? digo... considerando que uno de los personajes es periodista....

(uyyy me acordé de la fiscalía de villa alemana... tuve como un flashback... na q ver este comentario.. pero igual xD) HAHAH

en fin... me gustó la historia... está entrete... sobre todo por Claudia... un personaje muy real...


cuidate...


ALE:)